Frustración en niños (6-8 años): 10 consejos prácticos para padres
Frustración en niños (6-8 años): 10 consejos prácticos para padres
La frustración es una emoción natural en todos nosotros. Es entre los 6 y 8 años cuando los niños apenas empiezan a afrontarlo a un nivel más profundo. A esta edad todavía están desarrollando sus habilidades para gestionar las emociones y afrontar retos. Si la frustración no se gestiona adecuadamente, tiene consecuencias negativas en el comportamiento y desarrollo del niño en el futuro. Consecuencias que pueden prolongarse hasta la edad adulta. En este artículo te explicamos qué es la frustración, cómo se manifiesta a esta edad, qué la causa y qué puedes hacer tú para ayudar a tu hijo o hija a gestionarla.
¿Qué es la frustración?
La frustración es una emoción humana normal que se experimenta cuando encontramos obstáculos que nos impiden alcanzar nuestras metas o deseos. Es una respuesta emocional común a la oposición, relacionada con la ira y la decepción.
Causas de la frustración en los niños.
La frustración no surge de la nada, es una respuesta a estímulos externos. Es decir, es multifactorial, en la mayoría de los casos. Algunas de las causas más comunes de frustración en los niños son:
- Falta de habilidades: Cuando los niños no tienen las habilidades necesarias para realizar una tarea o lograr una meta, es normal que se frustren.
- Expectativas poco realistas: Los niños que se fijan metas demasiado altas o que tienen expectativas poco realistas sobre sus capacidades pueden frustrarse fácilmente.
- Temperamento: Algunos niños simplemente tienen un temperamento más propenso a la frustración que otros.
- Interferencia: Cuando alguien o algo interfiere en el objetivo del niño, como por ejemplo que un hermano le quite un juguete, es normal que se genere frustración.
- Falta de control: Niños que sienten que no tienen control sobre su entorno o las situaciones que les rodean.
- Demasiadas reglas: si viven en un ambiente con demasiadas reglas o restricciones pueden sentirse reprimidos y frustrados.
- Falta de atención: Los niños que no reciben la atención o el apoyo que necesitan de sus padres o cuidadores a menudo se sienten abandonados y frustrados.
- Inconsistencia: Cuando los menores viven en un ambiente inconsistente, donde las reglas cambian constantemente o no se les explica el por qué de las cosas.
- Cambios: Los cambios en la rutina, como mudarse a una nueva casa o la llegada de un nuevo hermano, pueden ser una fuente de frustración para los niños.
- Hambrientos, somnolientos o cansados: Los niños que no han comido, no han tenido suficiente regresión del sueño en los bebés, o están cansados son más propensos a la irritabilidad y la frustración.
- Problemas de aprendizaje o desarrollo: Algunos niños con dificultades de aprendizaje o problemas de desarrollo tienden a experimentar frustración con mayor frecuencia.
- Abuso o negligencia: Los niños que sufren abuso o negligencia suelen tener baja autoestima y poca tolerancia a la frustración.
Signos de frustración en los niños.
Los niños son muy expresivos, aún no tienen el filtro de la madurez. Por tanto, cuando se sienten frustrados dan señales claras, si bien es cierto que la gran mayoría de veces estas señales no son conscientes ni intencionadas. Por ello, es vital observar detalladamente su comportamiento para que nosotros, como adultos responsables, podamos identificarlos y tomar medidas. La frustración en los niños se puede observar a través de signos como:
- Llorar “de la nada” o de forma “exagerada”
- Quejas
- Carcajadas
- Abuso
- Negativa a hablar
- Frases como "no puedo", "es muy difícil" o "no quiero hacerlo" ante el más mínimo obstáculo
- patadas
- Éxitos
- Mordeduras
- Ponte al suelo
- Arrastrarse
- Expresiones faciales de ira o tristeza.
- Movimientos corporales repentinos
- Rabietas en los niños
- Impaciencia
- Agresividad
- Desobediencia
- Falta de concentración
- Dificultad para seguir instrucciones.
- Abandono de tareas
- Aislamiento social
- Cambios en el apetito o el sueño.
- Dificultad para controlar otras emociones.
- Quejas de dolor de cabeza o de estómago.
- Bajo rendimiento escolar
Consecuencias de una frustración mal gestionada
El sentimiento de frustración continua y no abordada tiene consecuencias. Estas consecuencias pueden ser tanto a corto como a largo plazo, así como emocionales y/o físicas. Te contamos sobre ellos a continuación:
Problemas de conducta
Los niños que no aprenden a gestionar adecuadamente su frustración tienden a desarrollar conductas disruptivas, como rabietas, agresión (física o verbal) hacia otros niños o adultos y desafío. Para ellos, estos comportamientos son la única forma en que pueden expresar lo que sienten.
Dificultades sociales
La incapacidad para gestionar la frustración provoca problemas en las interacciones sociales. Estos problemas se traducen en dificultades para hacer o mantener amigos si responden a la frustración con enojo, retraimiento o comportamiento disruptivo. Como consecuencia, el menor tiende al aislamiento social o a conflictos con sus pares y adultos.
Baja autoestima
Los niños que se frustran fácilmente y no saben cómo manejar estos sentimientos comienzan a dudar de sus habilidades. Si la frustración les impide alcanzar sus metas o participar en actividades extracurriculares para niños con sus compañeros, desarrollan una autoimagen negativa, sintiéndose inútiles e incapaces.
Ansiedad y estrés
Una mala gestión de la frustración puede contribuir al desarrollo de trastornos de ansiedad y estrés. Si sientes que no puedes controlar tus emociones o las situaciones que te causan frustración, experimentarás un aumento de la ansiedad y el estrés, lo que tiene efectos perjudiciales tanto en tu salud física como mental.
Problemas de aprendizaje
Cuando se sienten abrumados por la frustración, muchas veces tienen dificultades para concentrarse, prestar atención o persistir ante los desafíos académicos, afectando así su desempeño escolar.
Desarrollo de mecanismos de afrontamiento inadecuados
Si los niños no aprenden a gestionar su frustración de forma saludable, es más probable que recurran a mecanismos de autorregulación negativos, como la evitación, la negación o el uso de conductas agresivas como forma de manejar situaciones estresantes en el futuro.
¿Cómo trabajar la frustración en los niños? Consejos
Es fundamental que trabajes la frustración en casa. Es en casa donde los niños deben aprender a identificar, navegar y afrontar las emociones, todas ellas. Entendemos perfectamente que esto no es fácil y que quizás no tengas idea de por dónde empezar, por eso te damos los siguientes 10 consejos:
Validar las emociones del niño
Lo principal es reconocer y validar los sentimientos de su hijo sin minimizar su importancia. Frases como “veo que esto te molesta mucho” o “Es normal sentirte así” pueden resultar muy reconfortantes. Esta validación es el primer paso para enseñarles a gestionar sus emociones de forma saludable, no a rechazarlas.
Facilitar la identificación de emociones.
Ayuda a tu hijo a reconocer y nombrar sus emociones. Usar historias interactivas, juegos y actividades educativas puede hacer que este aprendizaje sea más agradable y efectivo, estableciendo una base sólida para el desarrollo de su inteligencia emocional.
Promover habilidades para la resolución de problemas.
Anime a su hijo a identificar la causa de su frustración y a pensar en posibles soluciones. Ofrecerles opciones y permitirles elegir refuerza su sentido de autonomía y confianza en sus propias decisiones. Celebre sus intentos y esfuerzos, independientemente de los resultados.
Establezca expectativas realistas
Ajuste sus expectativas a las capacidades y etapa de desarrollo de su hijo. Comprender que el error es parte del aprendizaje fomenta un ambiente de paciencia y aceptación. Celebrar los pequeños logros sin hacer comparaciones con los demás es fundamental.
Crear un ambiente seguro
Asegúrese de que su hijo se sienta amado, valorado y comprendido en casa. La escucha activa y el apoyo incondicional son pilares para tu seguridad emocional, permitiéndote afrontar los retos futuros con confianza.
Practica la paciencia y la empatía.
Manejar la frustración es un proceso continuo que requiere paciencia y comprensión. Su respuesta a la frustración sirve como modelo, por lo que es fundamental gestionar sus propias emociones de manera constructiva.
Consultar a profesionales cuando sea necesario.
Si persisten las dificultades para gestionar la frustración o si está muy preocupado, buscar asesoramiento profesional le proporcionará estrategias adaptadas a las necesidades de su hijo y su familia.
Fomentar la expresión saludable de las emociones.
Anime a su hijo a expresar sus emociones de manera que no sea dañina para él ni para los demás. Actividades como dibujar, escribir o practicar deportes pueden ser salidas saludables para tus sentimientos.
Herramientas diseñadas para ellos
A veces olvidamos que los niños integran y comprenden el conocimiento de manera diferente a nosotros, que quizás algo "muy lógico" o "muy obvio" no sea tan obvio para ellos. Cuando estés enseñando a tu hijo algo nuevo, busca herramientas diseñadas para ellos. Por ejemplo, si tu hijo está aprendiendo la hora, hay kiddus time teacher de la marca Kiddus creadas para momentos como este, o si están aprendiendo fracciones en matemáticas, por ejemplo, hay libros de cocina para niños diseñados para ayudarles a aprender mientras cocinan.
Enseñar técnicas de relajación
Enséñele a su hijo prácticas sencillas de relajación, como respiración profunda, meditación guiada para niños o ejercicios de atención plena apropiados para su edad. Estas herramientas no sólo les ayudan a calmar la frustración en el momento, sino que también les ayudan a gestionar el estrés a largo plazo.
Beneficios de enseñar tolerancia a la frustración en los niños
Aprender a gestionar sus emociones le traerá a tu hijo beneficios como:
Resiliencia y adaptabilidad ante la adversidad
Los niños que desarrollan tolerancia a la frustración muestran una mayor resiliencia y capacidad para adaptarse a los cambios y desafíos. Esta fuerza interior les permite perseverar frente a los obstáculos sin darse por vencidos, abordar los problemas de manera constructiva y buscar soluciones creativas.
Regulación emocional efectiva
La capacidad de gestionar la frustración está directamente relacionada con una mejor regulación de las emociones negativas, como la ira, la tristeza o la ansiedad. Los niños aprenden a expresar sus sentimientos de forma saludable, evitando conductas agresivas o impulsivas. Esto conduce a una autoestima sólida y una sólida confianza en uno mismo.
Relaciones sociales enriquecidas
La tolerancia a la frustración favorece el desarrollo de habilidades sociales avanzadas. Aquellos niños que sean capaces de gestionar su frustración serán más empáticos, cooperativos y capaces de manejar diferencias y conflictos de forma pacífica.
Mejora del rendimiento académico
Los beneficios de la tolerancia a la frustración se extienden al ámbito académico. Es decir, les permite poder concentrarse mejor en sus tareas, aprender de sus errores y persistir ante los desafíos académicos. Esta actitud proactiva y perseverante es un predictor clave del éxito académico.
Mayor satisfacción y felicidad.
Finalmente, en términos generales tienden a ser niños más felices y estar más satisfechos con sus vidas. Adoptan una actitud más optimista y disfrutan más de los pequeños momentos, lo que les permite enfrentar contratiempos con una perspectiva más refuerzo positivo y resiliente.
Conclusión
Enseñar a su hijo a gestionar la frustración es una de las mejores inversiones que puede hacer para su futuro. Aprender a lidiar con emociones tan fuertes como ésta les proporciona
Herramientas para aplicar en todos los ámbitos de la vida. Les ayuda a crear disciplina y poder alcanzar sus objetivos sin sacrificar su salud, ya sea física o mental, en el proceso.